10 claves para ser más feliz

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Encontrar la felicidad es algo que todos perseguimos, aunque no sepamos que lo hacemos. A nadie le gusta sentirse desdichado o infeliz por mucho tiempo. Las personas que no son felices son más propensas a tener peor salud mental y física y a la inversa también ocurre, la felicidad es un estado mental que tenemos que perseguir si queremos mejorar nuestra salud y bienestar [1]

¿Pero qué es la felicidad? ¿Existe una única definición de la felicidad y por tanto un criterio estandarizado de encontrarla?

Aunque los expertos coinciden en que a cada persona le pueden hacer feliz diferentes experiencias vitales y que por tanto la felicidad puede ser subjetiva, existe un término amplio que relaciona los sentimientos de alegría, satisfacción, contento y realización con la felicidad. Aunque puede tener diferentes definiciones, siempre se la describe vinculándola con emociones positivas y satisfacción en la vida.

Los componentes principales de la felicidad

La psicología moderna categoriza la felicidad con sus dos componentes principales:

  • El equilibrio de emociones

No es realista decir que las personas felices no sienten nunca rabia, dolor, desilusión, decepción, amargura o cualquier otra emoción asociada con la tristeza. Pero sí son capaces de mantener un equilibrio positivo entre las emociones positivas y negativas; de forma intuitiva todos sabemos que la felicidad está generalmente ligada a sentir más emociones positivas que negativas. Como curiosidad, a nosotros nos gusta mucho el mapa del Universo de las Emociones. Hemos aprendido mucho de nosotros mismos y de los demás a través de él que no queremos desaprovechar la oportunidad de recomendarte que le eches un vistazo.

  • Satisfacción vital

O vivir la vida con un sentido de satisfacción y realización personal. Se relaciona con cómo de satisfecho te sientes en las diferentes áreas que conforman tu vida: relaciones personales con tu pareja, amigos, familia, tu trabajo, tus logros, tu salud u otros aspectos que consideres importantes.

¿Cómo mejorar nuestra felicidad?

Aunque hay gente que tiende a ser más feliz de forma natural, de forma innata, hay muchas cosas que puedes hacer para cultivar y hacer crecer tus niveles de felicidad.

Entiende el poder de tu mente: sé proactivo

Nuestra mente tiene muchísimo poder y si queremos usarlo en nuestro favor, debemos empezar a entenderla. Nuestra mente es el arma que tenemos para cambiar nuestro estado de ánimo y convertir a mejor un día que no haya empezado bien.

Ser proactivo significa ser responsable de tu vida. No puedes culpar a tus padres, abuelos, jefes, vecinos, etc. de tus circunstancias. Las personas proactivas reconocen que son capaces de responder ante las circunstancias como ellas desean. Las personas reactivas, en cambio, son víctimas de su entorno y el curso de los acontecimientos de sus días, y su vida está determinada por lo que ocurre a su alrededor y no por lo que ellas deciden. Siempre tienen una fuente externa a quien responsabilizar de su comportamiento. Si el tiempo es bueno, se sienten bien. Si no lo es, afecta a su actitud y a su rendimiento y culpan al tiempo.

Entender esto lo puede cambiar todo en tu vida. Si hay un sólo hábito que debes aprendizar e interiorizar es este. 

«I am not a product of my circumstances. I am a product of my decisions» – Dr. Stephen R. Covery

Esto no significa que no tengas que responder a los estímulos exteriores. Si tenías pensado salir a pasear por el monte y de repente se pone a llover tendrás que coger un paraguas, un chubasquero o quedarte en casa, pero en ti estará la decisión de cómo respondes a las circunstancias.

Entre los estímulos y tu respuesta reside tu gran poder – tienes la libertad de elegir tu respuesta. Una de las cosas más importantes que puedes decidir es qué dices. Tu lenguaje es un buen indicador de cómo te ves a ti mismo. Una persona proactiva usa un lenguaje proactivo: Yo puedo, Haré esto, Prefiero esto otro, etc. Una persona reactiva una un lenguaje reactivo: No puedo, Tengo que hacer esto, Si tuviera dinero, Si fuera más creativo, etc. Las personas reactivas piensan que no son responsables de lo que dicen y hacen, piensan que no tienen elección.

Haz ejercicio físico

Es de sobra conocido que hacer ejercicio físico, al igual que practicar otros hábitos saludables, nos ayuda a ser más felices.

El entrenamiento físico ayuda a equilibrar nuestros niveles hormonales.

  • Durante la práctica del deporte se generan endorfinas, la bien conocida como hormona de la felicidad.
  • una actividad física enérgica practicada regularmente reduce los sentimientos de estrés y ansiedad. El ejercicio y la buena forma física puede proteger
  • a la gente de los efectos perjudiciales del estrés sobre la salud.
  • También se reduce el cortisol que es la hormona del estrés. te permite desconectar de las preocupaciones rutinarias mientras reduces el estrés.
  • Y, además, se libera dopamina, que nos hace experimentar una sensación placentera después del ejercicio.

Además, llevar una vida saludable, una dieta sana y hacer ejercicio regularmente, hará que tu físico se fortalezca en cuestión de semanas. Por ello, no tan solo notaras que estás más en forma, sino que tu cuerpo dispondrá de más energía para tu vida diaria y te sentirás menos cansado o apático.

Mejora tus niveles de autoestima. Después de unos días entrenando nuestra percepción sobre nuestro cuerpo cambia. Pues esto te ayuda a sentirte más atractivo, valorando cada esfuerzo que haga nuestra musculatura.

Además, después de tu entrenamiento estarás cansado y dormirás mucho mejor.

Varias investigaciones han mostrado una fuerte evidencia que la realización de ejercicio o gozar de buena salud contribuye a la estabilidad emocional, fruto de la reducción de la ansiedad, la depresión y la tensión. En segundo lugar, aquellos individuos que siguen programas para estar en forma informaron que mejoraron en sus actividades y vida laboral. Asímismo, la participación en una actividad física regular contribuye a la mejora del concepto que se tiene de uno mismo, porque las
personas que realizan ejercicio mantienen más fácilmente el peso adecuado, presentan un aspecto más atractivo y se suelen implicar de modo exitoso en distintos deportes y actividades físicas [2].

Sé agradecido

Ser agradecido no consiste simplemente en dar las gracias. Hablamos de un sentir más profundo, que nos permite apreciar sinceramente lo que cada uno de nosotros tenemos, recibimos o hemos recibido, estamos logrando o hemos logrado, ya sea algo tangible o intangible.

En las investigaciones realizadas por la corriente de psicología Positiva, la gratitud está asociada fuertemente con mayores niveles de felicidad. La gratitud ayuda a las personas a sentir emociones positivas, recrearse en buenas experiencias, mejorar su salud, gestionar mejor las adversidades y construir relaciones más fuertes.

Los beneficios son múltiples, y todos ellos nos ayudan a ser más felices. Practicar la gratitud de manera frecuente ayuda a incrementar nuestra felicidad a lo largo de los años, incrementa nuestro bienestar psicológico, nuestra autoestima, reduce la envidia que tenemos por los logros de los demás y nos hace ser más resilientes. [3]

Hay suficientes evidencias científicas que apoyan además que la práctica frecuente de la gratitud es un factor que nos protege de las ideas suicidas cuando afrontamos capítulos de depresión. Por tanto, esta práctica nos ayuda en los momentos en los que nos sentimos más débiles (Krysinska, Lester, Lyke, & Corveleyn, 2015).

Encuéntrale tu propio sentido a la vida

Muchos anhelamos encontrar ese objetivo o propósito vital que llene nuestra vida de significado. Un propósito vital que haga levantarnos cada día con energía y que nos haga vivir la vida con una actitud más positiva, más optimista, más feliz.

Una encuesta realizada por el Pew Research Center desveló que un 69% de los participantes contestaron que la familia daba sentido a sus vidas, un 34% de ocasiones se mencionaba la carrera profesional, un 23% el dinero, un 20% la fe y espiritualidad, un 19% los amigos. Otros temas mencionados fueron la salud, vivir en un sitio agradable, la formación, los amigos, el aprendizaje.

Tu propósito vital no excluye que haya otros temas que consideres también importantes. Por poner un ejemplo, podría ser que en tu caso cuidar y educar a tu familia sea tu propósito en la vida, pero eso no significa que consideres importantes tu trabajo o tu salud. Tu carrera en este caso es importante porque te permite cuidar a tu familia. Tu salud también lo es porque te permite disfrutar de más tiempo de calidad con tu familia. Esto también es válido en otros casos. Digamos que encuentras significado ayudando a otros. En este caso cualquier actividad que suponga un medio para ayudar a otros es algo muy importante para ti, porque te permite desarrollar y cumplir con tu pasión. Podríamos por tanto decir que tu propósito es la pasión y razón que guía y motiva tus acciones.

Cuida tus relaciones sociales

Estudios recientes han mostrado que la calidad de las relaciones interpersonales que uno tiene aparece como el factor que más a menudo se asocia a mayores niveles de bienestar psicológico.

Algunos hechos contrastados que refuerzan esta afirmación:

  • En un estudio realizado en Hardvard, llamado Very Happy People, los resultados mostraron que había una correlación de 0.7 entre el apoyo social y la felicidad. Esta correlación es mucho mayor que la que existe entre el cáncer y fumar.
  • La investigación conducida por Nicholas Christakis y James Fowler sugiere que la felicidad es contagiosa. Si perteneces a un grupo social que tiene una actitud general más positiva, se te pegará. Existen suficientes evidencias científicas que la compañía que mantienes influye en nuestro humor y comportamiento. Lee nuestro artículo sobre Somos la media de las 5 personas con las que más tiempo pasamos.
  • Las personas que tienen uno o más amigos cercanos tienden a ser más felices.
  • Las personas con menores relaciones sociales íntimas son entre 2 y 3 veces más propensos a sufrir depresión, comparados con aquellos que mantienen sus lazos sociales fuertes.
  • La gente con relaciones fuertes y saludables están mejor posicionadas para afrontar situaciones complicadas de la vida.

Alinea tus acciones diarias con tus valores y objetivos a medio y largo plazo

Identificar tus valores y vivir de forma alineada con ellos es una fuente enorme de felicidad.

  • Si valoras la variedad y aventura, encontrarás satisfacción cuando te embarques en la visita de una nueva ciudad o país.
  • Si valoras el crecimiento, te sentirás satisfecho con tus logros en un trabajo que encuentras retador.

Cuando nuestro comportamiento está alineado con los valores que representan quién crees que eres, podemos ser la persona que queremos ser ya que viviremos nuestra vida con propósito y sentido.

Veamos un ejemplo. Si uno de los valores con los que te identificas es ser buen hijo, entonces en tu día a día, con tus gestos, tus palabras y acciones deberás honrar este valor. Si por algún momento no lo hicieras y hablas mal a tu madre por pequeñas cosas, acabarás sintiéndote mal.

Una vez que te hayas identificado con los valores que representan quién eres, piensa si realmente estás viviendo en línea con ellos. En otras palabras, ¿están tus acciones diarias haciendo honor a la manera en la que sientes que quieres vivir la vida?

Sólo tú puedes contestar a esa pregunta. Pero una pista que te puede ayudar es ver cómo te sientes. Si de manera frecuente terminas las distintas conversaciones menos contento o con una conversación diferente divagando en tu cabeza, eso es normalmente un símbolo de que no estás acutando en línea con tus valores.

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Veamos ahora otro aspecto también relacionado con «ser más tú» que es pensar si tus acciones están alineadas con tus objetivos.

Cuando nos esforzamos para lograr nuestros objetivos, nuestra confianza en nosotros mismos así como nuestra autoestima mejoran porque nos estamos demostrando que somos capaces de hacer lo que hemos dicho (y pensado) que queremos hacer.

Sin embargo, cada vez que no cumplimos con lo que nos proponemos, procastinamos y perdemos el tiempo estamos dañando nuestra autoestima, aunque no nos demos cuenta. Esto llega a ser muy peligroso porque poco a poco perdemos la confianza en nosotros mismos y en nuestras habilidades, lo que genera una barrera más grande ante cualquier cambio que queramos acometer.

Claro que para poder alinear tus acciones con tus objetivos, primero tienes que tener claro cuáles son tus objetivos.

Disfruta del momento

Disfrutar del momento o estar presente es el mejor regalo que nos podemos hacer a nosotros mismos.

Pero estar presentes no es un don ni un talento. Es una habilidad que necesita adquirirse y practicarse. Crea relaciones más profundas, un profundo conocimiento de nosotros mismos y de aquéllos con los que estamos en contacto.

Permitirnos a nosotros mismos dejar el teléfono a un lado, cerrar el email y estar presente con el trabajo o las personas que están delante de nosotros. Esta presencia nos lleva a un éxito mayor. Como personas ávidas de conocimientos, de esta manera ganamos más consciencia de nuestro entorno. Somos capaces de aprender más rápido cuando estamos presentes, internalizando la experiencia completamente.

En el estudio Wandering Mind, Not a Happy Mind (traducido como Una Mente que Divaga no es Una Mente Feliz) de la universidad de Harvard, concluyen que nuestra incapacidad de no estar presentes es una causa de desdicha e infelicidad.

Supera la inclinación hacia la negatividad

Los sucesos negativos tienen mayor impacto que los positivos en nuestros cerebros. Esto es así porque los seres humanos hemos evolucionado gracias al instinto de supervivencia que hemos desarrollado y que hace que detectar amenazas y lograr la supervivencia sea su verdadera prioridad. Una persona que no aprovecha una oportunidad puede arrepentirse, pero no va a morir; en cambio, si ignora un peligro puede ser su final.

Esta tendencia a lo negativo tiene un efecto muy poderoso sobre tu cerebro, tus decisiones e incluso tus relaciones.

Por ejemplo, esta tendencia hacia lo negativo influye de manera muy significativa en nuestro proceso de toma de decisiones y en los riesgos que estamos dispuestos a asumir, aunque no seamos conscientes de ello. [5]

También cuando formamos impresiones sobre otros, la gente tiende a centrarse más en la información negativa que recibimos de esas personas. Algunos estudios han demostrado que cuando les damos la opción a una persona de describir con adjetivos positivos o negativos la primera impresión que han tenido sobre otra, los participantes tienden a dar mayor peso a aquellos adjetivos negativos [6]

Esta tendencia hacia la negatividad puede hacer que:

  • nos quedemos atrapados en pensamientos oscuros y negativos.
  • se dañen nuestras relaciones personales.
  • se hace muy difícil tener un sentimiento optimista y feliz de la vida.

¿Cómo superar esta tendencia hacia lo negativo?

  1. Para la charla negativa que ocurre en tu cabeza

Si prestas atención a los pensamientos que se dan en tu cabeza, te darás cuenta de que esa pequeña vocecita siempre tiene una opinión sobre lo que ves, lo que te ocurre, lo que otros dicen: «No debería haber hecho esto», «esto es impensable para mi, no puedo hacerlo», etc. Empieza a observarla y no le des mayor importancia que la que le darías si fuese otra persona ajena a ti. Esta charla que ocurre en tu interior da forma a cómo piensas de ti mismo y de otros. [7]

En cuanto te des cuenta que esta pequeña vocecita empieza a quejarse o a lanzar comentarios negativos sobre un evento o una persona, párala. En lugar de quedarte pensando en errores que has cometido en el pasado y que no puedes cambiar, considera pensar en su lugar qué has aprendido de la experiencia y cómo puedes usar ese aprendizaje para tu futuro.

2. Reformula la situación

Cómo te hablas a ti mismo de determinados eventos, experiencias y la gente que te rodea juega un papel muy relevante en cómo interpretas los eventos y por tanto la vida. Cuando te encuentres interpretando algo de una manera negativa, o sólo ves cosas negativas en una sitaución, piensa las maneras que tienes que reformular la situación y los eventos desde una perspectiva más positiva.

Esto no significa que tengas que ignorar peligros potenciales o ponerte unas gafas con cristales tintados de color de rosa, sólo significa que refocalices para darle un trato justo e igualitario al evento, considerando también los aspectos positivos.

3. Establece nuevos patrones.

Cuando te encuentres dandole vueltas una y otra vez a las cosas, cambia de pensamiento y concentrate en pensar en una actividad que sepas que te cambia el estado de ánimo. Por ejemplo, si te encuentras a ti mismo revisando mentalmente un evento o resultado desagradable, redirige tu atención a otro pensamiento y céntrate en alguna actividad que te traiga alegría.

Algunos ejemplos que nos ayudan a nosotros:

  • Salir a correr por el campo o el parque.
  • Escucha música que te motive o baila.
  • Lee un buen libro.
  • Habla con un amigo que sabes siempre te recarga las pilas.

4. Saborea los momentos positivos

Dada nuestra tendencia a recordar con más facilidad los eventos negativos y que aquellas experiencias positivas por tanto nos cuesta más recordar, es importante que les prestemos una atención extra a las cosas buenas que nos pasan.

Cuando te pase algo positiva, tomate un momento para realmente recordarlo y recrearlo. Recrea el momento varias veces en tu memoria y centrarte en los sentimientos positivos que ese recuerdo te evoca.

Piensa en Ganar-Ganar

Nos permite desarrollar una mentalidad de abundancia material y espiritual, pues nos cuestiona la premisa de que la vida es un “juego de suma cero” donde para que yo gane alguien tiene que perder.

  1. Ganar Primero la Victoria Privada:Todo comienza con nosotros mismos. Si no pagamos el precio para ganar la victoria privada, nos será muy difícil pensar en Ganar/Ganar. Nos sentiremos amenazado por los demás. Nos será difícil sentirnos felices por sus éxitos. Será difícil compartir elogios o el reconocimiento. Las personas inseguras se sienten celosas con mucha facilidad.

Recordemos que primero necesitamos sentirnos bien con nosotros mismos para lograr sentirnos bien con los demás. La seguridad personal es el fundamento para Ganar- Ganar.

2. Superar los dos hábitos que nos hacen «enfermar» nuestro interior. Sus nombres son competir y comparar. Es prácticamente imposible pensar en Ganar/Ganar si son nuestros aliados de vida:

2.1. Competir: la competencia puede ser muy saludable. Nos impulsa a mejorar, a dar más de nosotros mismos. Pero hay otro lado de la competencia que no es tan saludable. La competencia es saludable cuando competimos contra nosotros mismos, o cuando nos motiva dar lo mejor de nosotros mismos. La competencia se hace más peligrosa cuando relacionamos nuestra  autoestima con el ganar, o cuando la utilizamos para comparar cómo estamos en relación con otros.

2.2. Comparar: Compararnos con los demás sólo puede traernos estrés y desilusiones. Tenemos que comprender que todos estamos en distintos programas de desarrollo social, mental y físico. El compararnos con los demás nos hace sentirnos como en una montaña rusa. Subimos y bajamos, sintiéndonos inferiores en un momento y superiores en otros, confiados en un momento, e intimidados al siguiente. La única buena comparación es compararnos con nuestro propio potencial.

Los beneficios de pensar en Ganar- Ganar.

Primero tienes que tener en cuenta que el Ganar-Ganar se contagia. Al darse cuenta de que eres de corazón generoso, ayudas a los demás a tener éxito y estas dispuesto a competir el reconocimiento, tus compañeros de clase y otras personas querrán compartir más contigo.

Sin embargo, hay veces en que no importa cuándo se trate, no se puede hallar una solución Ganar/Ganar. Puede ser que la otra persona se incline tanto por el Ganar/Perder, que ni siquiera tengas ganas de acercártele. En tales situaciones, no debes rebajarte o permitir que te pisoteen. En vez de ello, opta por Ganar/Ganar o no hay trato. En otras palabras, si no puedes hallar una mejor solución que funcione para ambos, decide no jugar.

Mejora cada día

Si tienes muy claros tus objetivos, mejora cada día. Existen múltiples maneras de mejorar cada día. No importa cuál sea tu estilo de aprendizaje preferido, podrás aprender de podcasts, charlas, libros, cursos, etc. todo un universo de posibilidades al alcance de tu mano!

Imagínate que le dedicas 30 minutos al día a mejorar cada día, eso significa que en un sólo año habrás leído 30 libros o 2,5 libros al mes. Hoy en día existen libros en cualquier área sobre la que necesites expandir tu conocimiento.

Por la manera en la que opera nuestro cerebro, generamos “bloques” de conocimiento a medida que vamos aprendiendo, cuantos más bloques tengamos, podremos realizar cada vez tareas más avanzadas. Leer, por ejemplo, contribuye a aumentar estos bloques y por ende la base de nuestro conocimiento. Hay abundante evidencia científica que apunta a que la lectura puede favorecer tu desarrollo intelectual; la lectura activa diversas áreas del cerebro, convirtiéndose en una excelente forma de ejercitarlo. Quién tiene más capacidades y experiencia, más herramientas tiene para tomar decisiones que incrementen su calidad de vida.

¿Cómo impacta en nuestras vidas nuestro Grado de Felicidad?

La Felicidad ha demostrado ser una buena medida para predecir los resultados positivos en diferentes aspectos de la vida.

  • Las emociones positivas aumentan nuestra satisfacción con la vida. La gente feliz sabe gestionar mejor la presión y resolver mejor las crisis que se les presentan a lo largo de la vida, a la vez que tienen mayores recursos emocionales.
  • Las emociones positivas están ligadas a mejor salud y mayor longevidad. Un estudio encontró que la gente que experimentó más emociones positivas que negativas tenían más probabilidades de sobrevivir en un periodo de 13 años que aquellas que experimentaban más emociones negativas que positivas [8]
  • Los sentimientos positivos incrementan nuestra resiliencia como personas. La resiliencia ayuda a la gente a manejar mejor situaciones de estrés y a reponerse más rápidamente cuando se sufre un contratiempo. Un estudio encontró que las personas más felices tienden a tener niveles menores de cortisol, la hormona del estrés.
  • La gente que dice tener un estado positivo de bienestar tienes más probabilidades de comprometerse con actividades más saludables como comer más fruta y verdura y practicar más deporte [9].
  • Ser feliz te hace enfermar menos. Los estados mentales de una persona feliz están relacionados con una mayor inmunidad.

¿Cómo saber si eres feliz?

Existen una serie de actitudes que los psicólogos buscan cuando miden la felicidad. Algunas de estas incluyen:

  • Sentir que vives la vida que quieres vivir.
  • Sentir que tienes unas buenas condiciones de vida.
  • Sentir que has conseguido (o vas a conseguir!) lo que quieres en la vida.
  • Sentirte satisfecho con tu vida.
  • Tener más sentimientos positivos que negativos.

La felicidad no es un estado constante de euforia. En su lugar, es un conjunto de sentimientos que te hacen vivir con más emociones positivas que negativas.

La gente feliz siente todo el rango completo de emociones humanas: enfado, miedo, frustración, soledad, aburrimiento, tristeza… de vez en cuando! Pero incluso cuando las personas felices se enfrentan a estos sentimientos, tienen un sentido generalizado de que las cosas irán mejor en el futuro, que pueden gestionar perfectamente lo que les está ocurriendo y que serán capaces de sentirse felices de nuevo.

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